TRINIDAD




Como detenida en el tiempo, Trinidad regala al visitante los extraordinarios encantos de una vivaz ciudad-museo enclavada entre el mar y la montaña. Trinidad comprende un área de 1 165 km2 y se ubica al centro-sur de Cuba, mirando al Mar Caribe, en las faldas del macizo montañoso de Guamuahaya o Escambray, perteneciente a la provincia de Sancti Spíritus.
Se accede por carreteras que la conectan con el resto del país, y cuenta con un aeropuerto en el que pueden operar aviones de pequeño y mediano portes. Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en 1988, la antigua Villa de la Santísima Trinidad –fundada en el siglo XVI– exhibe junto a sus múltiples valores arquitectónicos, una riqueza de tradiciones y culturas donde se combina lo hispánico y lo africano.
Una cultura de la artesanía y la cerámica, se ha transmitido notablemente de generación en generación. En esta zona reina el apacible ambiente de las ciudades pequeñas, donde la capacidad creativa y sabiduría de sus pobladores han contribuido a preservar del pasado sus más importantes valores. Unido a valores históricos y culturales del territorio, los atractivos de la zona montañosa del Escambray, las playas y las bellezas de sus fondos marinos, así como la hospitalidad de la gente, le singularizan. Trinidad es una de esas ciudades que invita a recorrerla.
Sus museos, plazas y calles adoquinadas hacen posible remontarse en el tiempo. Una vez en el territorio invita a conocer la simbólica torre de Manaca-Iznaga, desde donde se domina el Valle de los Ingenios; las playas de Ancón y María Aguilar, el Salto del Caburní, la Cueva de las Calaveras y el Lago Zaza, periódica sede de torneos de pesca de la trucha.
Visitar sus cayos cercanos entre los que se destaca Cayo Blanco de Casilda resulta de gran interés para los interesados en el arte de las profundidades.







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