PARIS




El sueño, el gran paseo por la avenida "Saint Honore", tomado de tu abrazo, con ese paragua marchito que nos protege del viento, de la conversación intima de las flores, el gran espacio, ese fragmento de ciudad incrustado en el tiempo, los desgastados balcones, las mamparas que evocan aquellas marchas victoriosas del Gran Napoleon.
Los patios íntimos, esos patios donde crece el amor de manera diferente, donde se filtra la ternura desde cada flor, desde cada acorde de un viejo saxo, que se derrite desde la eternidad en LA MAYOR, o intenta abrazar a los amantes con ese beso en FA SOSTENIDO, quién sabe desde que segundo nos agasaja la ternura, nos corta esa rosa amarilla en la imaginación y permite que el otoño nos obsequie una niebla deliciosa, ese atardecer tan consentido, donde las luces comienzan a salir de su modorra y suspiran enseñando sus pecas de agua y aliento, no es el destino el que se cubra con harapos en tardes como ésta y qué se puede hacer, para que llenar de jeroglíficos tan comunes y paisajes trendys, hip, cool, que no se acercan al antiguo estilo de la ciudad, la elegancia, el espacio que está marcado justo antes de enfocar nuestra mirada en los Campos Eliseos y descubrir que somos el uno para el otro, descubrir que el amor es un beso delicioso que dura toda la vida.
Esta la historia del caballero y la dama de blanco, quizás la vieja historia que se repite desde el comienzo del siglo antepasado y qué tiene de malo, por qué no escucharla, siempre desaparecen las tramas repetitivas, siempre retornan los besos y esas caricias, y escucharla, desde una fotografía, es algo que nos abraza, que nos conmueve, porque este año el caballero trae una Rosa de Abrojo en su mano y es tan delicada su fisonomía que solo florece 4 horas de su vida. Es tan delicado y sensual adivinar cual es el segundo exacto donde comienza a florecer, que resulta imposible encontrar otro regalo más exquisito y justo en la entrada de los Campos Eliseos. ¡¡¡Ah Paris!!! El romanticismo sensual, los besos detras de la catedral, los puentes, aquellas miradas sonrientes de complicidad y el retorno, el largo camino de retorno a la nobleza, a esos paseos de Marcel donde el ojo avisor escribia meditaciones de fuego sobre el río.
Paris es un mito, es la clásica sonrisa, la historia escrita al reverso de la postal. Rincon de los grandes perdedores, de los poetas, pintores, de aquellos personajes que solo aparecen en las sombras y que viven para adular, para apretar el interruptor que enciende la ironía, la adulación a los soñadores.
Aquella señora que se detuvo en la entrada de la Torre Eiffel para gritar que la ciudad no es la ciudad luz, que es el reflejo de una historia inventada, una luciernaga que oscura se prende en intermitentes suspiros para mostrarnos el camino, las bellas siluetas que recorren la ciudad desde el amanecer pregonando en silencio el amor y las viejas costumbres. Aquellos fracasos que nacen desde la muerte de Napoleon, el gran espectáculo, la niña que llegó al pie de la torre Eiffel y le grito a su papá, ... ve papá aquí esta la torre de alta tensión que se perdió en nuestro pueblo, alguien se cansó de cargarla y la dejó aquí, llama al abuelo para decirle... No es cuestion de entender por cuál Rue se llega primero al destino o a esa fuente donde podemos beber nuestra belleza, dejar de cuestionar de quién será la culpa: si de los fantasmas o de las brujas.
Caminamos, vamos por esa misa en señal del tiempo, de esa canción que en letargo corroe el destino, un buen café, aquella conversación pendiente entre dos adolescentes que no supieron esconder el deseo de besarse, París, París es el destino de una misa, el escándalo de los ateos que no quieren una misa, porque no vale para ellos.
Su refugio en la rutina de la negación, el lento claudicar de aquellas palomas que sobrevuelan la ciudad, el mismo sentido por donde vemos pasar el viento, la caida de las hojas, esa miserable huida que nos recuerda el otoño, las sensaciones, la magia o la voz del poeta reflejando sus grandes letras en el muro de las piedras antiguas
...NO, UNA MISA NO. ESO NUNCA. ESPADA EN MANO DEFENDIENDO LAS POSTURAS DE LOS RECALCITRANTES ATEOS. JAMAS CLAUDICAR. ... UN POEMA...ESO SI... EL GRAN PROBLEMA DE PARIS ES QUE SE ROBO TODOS ESOS MOVIMIENTOS QUE, POR AZAHARES DEL DESTINO, NACIERON EN HOLANDA, ESPAÑA, BELGICA Y TERMINARON DE GANAR NOTORIEDAD Y MURIERON EN PARIS... PARIS ES LA PUTA ABOCHORNADA QUE SE CAMBIA DE ROPA AL AMANECER Y NOS CONQUISTA...
Buen cartel, es la magia de las contradicciones, es la misa, blanca o negra, como ese carrusel que gira en torno del destino de una moneda, destino doble, doble rostro, una palabra, esa palabra que llama al beso, al regalo de una camelia gris al son de una guitarra que rasga el luto de un atardecer, que muere después de la estampida del sol detras de las colinas.
No hable mal de París, la ciudad está intacta, acostada a lo largo del río, descansando de su antiguedad, mostrándonos todos sus rostros. Yo no se por qué tener más de un rostro hace que nos malinterpreten, que nos quieran juzgar en esa parte del poema que termina en los basureros, en esa parte de una vida que nadie quiere narrar, que casi todos vivimos y escondemos, hasta sentimos como corre una de nuestras personalidades detras del humo y la poesía, mientras que otra retoma el verso y continúa diluyendo el destino en esas cubetas, en esas porciones que serán arrastradas por el pincel al lienzo y luego a ese gran callejón donde se anuncian las obras, ¡¡¡ah París!!!, un refugio donde hace años podias adquirir un Piccaso por unas monedas.
El gran destiempo, la gran mirada, El hecho de solo caminar por ese atardecer hasta el puente, quedarnos allí dibujando el sonido de las palabras. Otra historia, la última antes del gran beso. La que nos llevará a descubrir las mariposas en el Atrio de la Catedral, justo en la primera puerta del tiempo, Napoleón el gran emperador, fue el último testigo, la última maldición, nadie más las puede ver, salvo nosotros, salvo el primer verso y la notable montaña de caricias que se agolpan en cada flor, en cada despedida, en cada sombrero ofrecido en reverencia.
Debes llegar con la manta chaldrina en la cabeza, debes cubrir los pecados del Cardenal, no debe verte más que de incognito y sonreir, ¡¡¡ah!!! no debes asombrate de no encontrar el tiempo. El destino es una frase inventada para esconder ese fragmento de deseo en la nostalgia, por eso el tiempo no existe, Dios y las grandes posibilidades, algo de ello va en la puerta de entrada, pero es solo para burlar el asombro, recuerdas, el asombro, otra vez en su versión más pura y sencilla, no te dejes intimidar, que es mas fácil con la cara de asombro del Cardenal. La clave esta detrás de las telarañas, ten cuidado donde pisas, porque Puffy ya esta viejo y oxidado, antes salía a hacer sus cosas, pero ya le da flojera, se hace donde primero encuentra un espacio, camina con cuidado, encontrarás ese pasadizo a la izquierda y doblarás a la derecha, verás tres caminos, decidiras el unico que no tiene entrada, pasaras por esa puerta haciendote invisible, verás las telarañas y después las mariposas...
Ahi está, sin trampas, sin esa adversa mirada que destiñe el futuro, que nos quiere controlar, porque esas mariposas que un día desembarcaron en esta ciudad, quedaron atrapadas en el destino. Esa misa, ¡¡¡ah la gran misa!!!, no puede más que seguir esperando el paso del tiempo, el retorno del caballero con la flor para despertar a la dama, la gran dama blanca que duerme su eternidad en el deseo de un beso, en el deseo de un caballero, una ciudad, un mito, ese nuevo despertar para regresar a su destino, a su otra ciudad donde París es un gran recuerdo, un beso estampado en el alma.








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