LISBOA. PORTUGAL




Lisboa pertenece al género de ciudades con encanto. Hay ciudades para el turista ocasional; hay otras para el viajero que quiere sumergirse y empaparse de una cultura diferente. Estas últimas son los lugares que jamás olvidas. Sus imágenes se quedan atrapadas allí donde la memoria las puede rescatar una y otra vez. Son ciudades a las que deseas volver e impregnarte de aquello que te transmitieron en el primer viaje.

Lisboa pertenece a estas últimas. Su color dorado, mezcla de oro y ocre, imprime el sabor de lo antiguo, no en vano fue cabeza de imperio colonial. Recuerda los versos de Pessoa, Saramago o Queiroz.

De la capital portuguesa emana el olor añejo en fachadas y calles, en tranvías y plazas. Ciudad albero, ciudad de los sentidos bañada por el Tajo. Lisboa embriaga.

La Lisboa del invierno no tiene las tardes suaves y soleadas y las playas de la Lisboa del verano, pero no por ello tiene que dejar de ser una Lisboa interesante.

Es una época ideal para pasear por el Chiado y descubrir el encanto de la parte vieja de Lisboa, así como de aprovechar los domingos que amanezcan soleados para pasear junto al Tajo por Belém. O, también en Belém, es una excelente idea aprovechar las tardes de Lisboa para acercarse por el café donde se fabrican los famosos pasteles de Belém y deleitarse con uno (o un par) de ellos.

Y, como siempre, la posibilidad de seguir tomando cervezas en la calle en el Barrio Alto o disfrutar de la gastronomía de cualquiera de los cientos de restaurantes que llenan las calles de Lisboa.

Y los Erasmus que empiecen sus estudios en Lisboa en el segundo cuatrimestre, que no dejen de visitar nuestra página de consejos sobre la ciudad y el apartado del alojamiento en Lisboa.








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